Propuesta Docente

Hacer arquitectura no es igual a enseñar o aprender arquitectura.

 

  • Consideraciones

    Es precisamente la enseñanza de la arquitectura la que nos plantea las siguientes preguntas: ¿Qué clase de disciplina es la arquitectura?, ¿Es una ciencia humanística?, ¿Es una ciencia exacta?, ¿Es posible establecer una teoría de la arquitectura? Sin lugar a duda estas preguntas son la raíz de la problemática arquitectónica. Podemos convenir sin embargo que la disciplina se enfrenta permanentemente a dos tipos de saberes aparentemente contradictorios: el saber científico y el saber sensible, el primero nos lleva a lo verdadero, lo medible y lo absoluto, mientras que el segundo al campo de la cultura, la experiencia y la emoción; esto nos lleva a una nueva pregunta: ¿Las cosas son lo que la ciencia dice que son o las cosas son como se nos presentan?, seguramente en el campo de la arquitectura no podríamos generalizar en forma veraz una respuesta. Según Kant, no podemos conocer las cosas tal como son en sí (mundo noumenico), sino solo como se nos aparecen (mundo fenoménico), después de la aplicación de unas estructuras lógicas al dato de la experiencia sensible, que por si sola seria caótica y no podría dar origen a ningún tipo de conocimiento. Inmanol Kant dilucida esta cuestión en dos libros notables “Critica de la razón pura” y “Critica de la razón práctica”; sin lugar a duda el valor de la verdad absoluta es temporal y contextual, lo que no significa, por ello, que no sea posible establecer conductas en busca de lo verdadero, que deberán formularse a partir de la crítica como una manera ordenada y pautada de adquirir conocimientos, que aclaren los alcances y posibilidades de la disciplina y las estrategias que permitan operar a través del proyecto en busca de la razón pura y fenoménica, bases fundamentales para arribar a una verdadera teoría del conocimiento, o mejor dicho a una teoría de la arquitectura. Es misión de la crítica, entendida esta como una teoría crítica del conocimiento (criticismo):   Clasificar, ordenar y cuantificar estos saberes, de manera de establecer parámetros de valoración, que son los que permitirán operar y valorar acerca de los problemas del proyecto. Este conocimiento es específico e ineludible en la formación del arquitecto, y es quizás, de los de mayor vigencia ante un mundo cada vez más “diseñado”, aunque no por ello menos aleatorio La cultura de la imagen es sin duda una de las características más sobresaliente de las últimas décadas, sin embargo cada vez es más notable la disgregación entre la imagen y el soporte critico que le dio origen, vulgarizando su rol como agente que dilucida los aspectos más relevantes de la arquitectura, para acercarla al esteticismo, es decir, la forma vaciada de contenido. Si entendemos la arquitectura como un producto cultural, fundada en convenciones sociales en un determinado momento histórico, y al diseñador como su productor, advertiremos que este no es solamente un intérprete de dichas convenciones, sino que solo a partir de la interpretación crítica es posible una superación, motivo fundamental de esta y cualquier otra disciplina. Esto pone al diseñador ante dos tipos de problemas íntimamente vinculados, uno eminentemente cultural y otro especifico de la disciplina. La historia, la economía, la tecnología, etc. Son problemas de la arquitectura pero, de por sí sola no la definen ni aclaran su contenido, aunque imprescindibles para la conformación del producto arquitectónico, por lo que parece imposible la ideación de esta sin referir a ellas, y es precisamente el acto de diseñar, el que mejor sintetiza e integra esa entidad indivisible, que es la arquitectura.  

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